Maratón Donostia
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Hay una cierta magia en el hecho de correr un maratón. El que la distancia sea una cifra tan especial, 42 km y 195 m, engrandecen todavía más su magia. Uno de los encantos del maratón es que hay muchos más ganadores que los que llegan en primera posición. Aunque suene a tópico “todo el mundo es vencedor”, una vez recorrida esta distancia esta afirmación realmente cobra significado.
El nerviosismo es evidente, la tensión flota en el ambiente, cada participante repasa mentalmente una y otra vez el recorrido, el ritmo, la cadencia, la táctica de carrera, son sensaciones nuevas para mí. He corrido algunas carreras pero nunca un maratón, siempre he considerado que se trata de una prueba muy especial y para la que hay que estar muy bien preparado física y mentalmente. Hace unos días he corrido la Beobia-Donostia y creo estar en condiciones de asumir el reto.
Después de calentar, nos acercamos a la línea de salida. Intento ser conservador y me coloco detrás de la bandera de las 3:30 horas, no vaya a ser que la avaricia rompa el saco y me lo haga pasar muy mal. Acaban de dar la salida a los que disputarán la gloria de la victoria, los elegidos para ganar, mientras que nosotros seguimos parados. La espera se hace eterna, uno ya está deseando salir corriendo, parece que los de adelante comienzan a moverse, la ansiedad puede conmigo. ¡Estoy corriendo¡ voy entre una multitud que sin querer me arrastra hacia adelante. Trato de no tropezar con nadie, nada extraño por cierto, la maraña de pies y manos apenas le dejan espacio a uno, lo único que puedo hacer es mantener el mismo ritmo que los demás, pretender ir más rápido sería una autentica temeridad.
Poco a poco el grupo se va deshaciendo y desaparecen los nervios iníciales, procuro coger un ritmo cómodo que me ayude a correr los primeros kilómetros, es importante entrar en calor lo antes posible, no me gustaría tener una sorpresa desagradable en forma de lesión.
Una vez damos la primera de las vueltas, la más pequeña de las tres, cada uno intenta mantener el ritmo adecuado a sus sensaciones, la multitud de la salida se ha desvanecido y comienza una lucha personal en persecución del objetivo. Llevamos algo más de 10 km. y mi cuerpo está respondiendo bien al ritmo impuesto, quizás me atrevería con alguna marcha más pero intento mantener la cabeza fría, todavía quedan muchos kilómetros por delante. El día está nublado y comienza a caer un ligero sirimiri, que agradecemos. Una vez llegamos a la playa de la Zurriola, el viento sopla con mucha fuerza y se hace muy incómodo y penoso mantener la candencia de la zancada. El paso por las calles que están protegidas por casas es un alivio, que no dura mucho y nuevamente volvemos a encontrarnos con las inclemencias del tiempo al transitar por la playa de la Concha dirección a Ondarreta.
Estamos pasando por delante de La Universidad y el ritmo que llevo me permite alcanzar la bandera que indica 3:15 horas. Intento mantenerme en este grupito y tratar de recuperar, aunque a decir verdad a este ritmo no es fácil hacerlo. Hemos girado en la rotonda y volvemos sobre nuestros pasos, el ligero sirimiri se ha transformado en lluvia intensa y el viento sigue azotando con virulencia. Al paso por la playa de la Concha estoy viendo las pancartas de los kilómetros recorridos, me doy cuenta que en una de ellas indica 38 km., que sensación más mala he sentido, me falta la última vuelta completa y terminar esta y ya estoy pensando en terminar, no me queda nada todavía. Trato de quitarme de la cabeza ese cartel y guiar mis pensamientos en otra dirección. Menos mal que lo he conseguido, gracias sobre todo al ánimo de la gente que una vez entramos en las calles de Donostia me llegan de ambos lados de la carretera. Que importante son las personas que nos animan, quien sabe que sería de muchos de nosotros sin este plus.
Nos acercamos al término de la segunda vuelta y ya sólo nos queda una. He conseguido mantenerme en este grupo que tiene como objetivo acabar en 3:15 horas, terminar en este tiempo sería maravilloso. Me quedan los últimos 16 km. y me acerco peligrosamente al famoso muro, llamado así al paso de los 32 km., y según dicen los que han corrido las maratones, momento más crítico de la carrera y donde los problemas físicos y mentales aparecen especialmente, siendo muy difíciles de superar.
Dirección a la rotonda de la Zurriola y una vez salimos de la protección de las casas, el viento nos recibe con agresividad, la sensación de frío es evidente, aunque no suficiente para distraerme de mi objetivo final. He abandonado el grupo de las 3:15 horas y voy haciendo camino en solitario, mi lucha es contra mí mismo y la verdad, voy corriendo por sensaciones sin importarme el reloj, que por cierto, nunca llevo. Una vez en el Antiguo nos dirigimos hacia la Universidad, la lluvia cae con mucha intensidad y se hace difícil mantenerse caliente con esta climatología, aunque si me dan a elegir prefiero esto a correr con mucho calor.
Cuando voy dirección a la última rotonda para enfilar los últimos kilómetros, veo en sentido contrario pasar la bandera que indica 3:00 horas, donde van algunos amigos que me animan. No quiero perder la cabeza y sigo corriendo por las sensaciones que me transmite mi cuerpo, no puedo hacer otra cosa o mejor dicho, no debería de hacer otra cosa. Vuelvo a pasar por delante del cartel del km. 38, ahora sí, es cierto que los llevo hechos y la sensación es totalmente diferente al paso anterior. En las calles de Donostia, a pesar del mal tiempo, hay mucha más gente que antes y los gritos, aplausos y ánimos no me faltan. Siempre recordaré con especial cariño el paso por delante del edificio de los Bomberos, las bocinas y sirenas de los camiones suenan con fuerza a nuestro paso.
Me voy acercando al barrio de Amara, veo a lo lejos el estadio de Anoeta, meta y final del maratón. Cuando ya pienso que sólo queda entrar al estadio y correr los últimos 300 metros, me encuentro con la inesperada sorpresa de que hay que dar la vuelta al campo anexo. Aprieto los dientes y sin dudarlo continúo las marcas, seguro que los que me persiguen también hubieran preferido entrar directamente al estadio. Por fin paso el umbral de la puerta y me encuentro corriendo por la pista de atletismo, las gradas están vacías y apenas hay un poco de gente cerca de la meta, el tener la fortuna de entrar en un estadio repleto de gente tiene que ser una experiencia inolvidable, que uno tenga la posibilidad de que le reciban miles y miles de personas gritando y aplaudiendo, debe de ser una sensación indescriptible que será muy difícil que la pueda conocer. Veo la meta en el otro lado del campo y con la adrenalina a tope, acelero el ritmo lo que puedo para llegar cuanto antes.
He cruzado la meta, he acabado el maratón, quien lo diría. Sigo en movimiento tratando de recuperarme del esfuerzo, no es bueno parar de golpe. De repente veo a Marijo acercarse, mi más fiel seguidora, y nos fundimos en un abrazo de complicidad, no sé quién de los dos está más contento. Ni sé ni me importa el tiempo que he tardado en correr los 42,195 km., ahora mismo me conformo con haber podido terminar y además en las condiciones que lo he hecho. Si ya antes de correr pensaba que sería especial, ahora que lo he podido correr puedo dar fe de ello, pese al mal tiempo la gente ha estado en la calle, sus ánimos nos han ayudado en los momentos difíciles y han hecho mucho más llevadero el tremendo esfuerzo.
Ficha técnica
- Ruta: Maratón Donostia
- Fecha de ascenso:28/11/2010
- Longitud:42.195 km.
- Ubicación:País Vasco
- Categoría : Trail
- Competición:Sí
- Tiempo límite:5h.
- Web:http://www.maratondonostia.com/
- Tiempo ascenso:3:06:36 h.
- Época: Otoño
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