Aiguille de la Tsa - 3.668 m. y Dent de Tsalion - 3.589 m.

A pesar de que nuestro objetivo era el Dent Blanche (4.357 m.), no podíamos quitarnos de la cabeza la desafiante aguja. Sería bonito tener la oportunidad de poder escalarla. Después de varios intentos por conseguir reserva en el refugio Cabaña de la Dent Blanch (3.507 m.), todos ellos infructuosos; estaba muy claro, no podríamos intentar su ascensión. Nadie dijo nada pero todos pensamos lo mismo, ¿Por qué no intentar escalar la Aguja de la Tsa? Comenzamos a buscar información en internet, al menos alguna reseña que nos pudiese orientar y ayudar a conseguir nuestro objetivo. En la medida que íbamos encontrando información, las ganas de escalarla crecían exponencialmente. Preparamos las mochilas, pusimos el despertador a las 5:00 h. e intentamos dormir, aunque no nos resultó nada fácil; la imagen desafiante de la aguja no nos daba ningún respiro.

La mañana se presenta muy fría. Dejamos el coche en el aparcamiento de Arolla y comenzamos a caminar por una pista que en invierno es utilizada para practicar el esquí de fondo. Seguimos dirección al circo y al cabo de unos 500 m. giramos a nuestra izquierda y cruzamos el río por un puente de madera; hemos cambiado 180º la dirección de la marcha. Vamos ganando altura por una bonita senda que se eleva a través de un bosque de abetos. A pesar del ritmo que llevamos, no conseguimos entrar en calor. Desde hace un tiempo vemos la bandera que ondea en el mástil del refugio, pero según ascendemos, parece que se aleja más. Por fin hemos llegado a la Cabaña de la Tsa (2.607 m.). Nos tomamos un pequeño descanso.

Continuamos por la parte trasera del refugio adentrándonos por un caos de bloques, que nos hace muy difícil la progresión. Una vez los superamos, no es mucho mejor lo que tenemos por delante. Una pendiente de unos 60º de roca muy descompuesta y donde es muy difícil mantenerse de pie. Aparece la nieve y con ella el hielo, no en vano el frío es intenso. Nos colocamos los crampones, sería una locura no ponérselos.

Según nos vamos acercando a la arista, la necesidad de utilizar las manos para progresar se hace más necesaria (II/II+). El sol que tanto hemos ansiado aparece tan pronto llegamos a la arista. Sin ninguna dificultad conseguimos llegar a la cima del Pointe de Tsalion (3.512 m.). Estamos impresionados e hipnotizados por lo que vemos.

El filo de la arista continúa altiva y muy aérea. Tanto el Dent de Tsalion (3.512 m.) como La Aiguille de la Tsa (3.668 m.) se ven desafiantes e inexpugnables.

Descendemos hasta una brecha, a caballo entre ambos valles y comenzamos un vertiginoso ascenso al Dent de Tsalion. La escalada no es difícil (II/III) pero no podemos descuidarnos. El abismo que se abre a nuestros pies no nos permite licencia alguna. La cima es muy aérea y apenas hay sitio para una sola persona, por lo que ni nos detenemos en ella.

Un rápido y vertiginoso descenso nos lleva hasta el glaciar de l´Aiguille. Muy cerca de nosotros se encuentra la Aiguille de la Tsa y pese a la cercanía, no ha perdido su porte altivo, ni su verticalidad. Continuamos por el glaciar hasta situarnos en su base y por encima del nivel que marca la nieve. Ha llegado la hora de la verdad.

Nos colocamos el arnés, sacamos la cuerda y Unai comienza a escalar el primer largo. La vía está totalmente equipada con parabolts. El primer largo no ofrece grandes dificultades técnicas (II+). El segundo, mucho más exigente, nos obliga a esforzarnos más. Comienza con una travesía hacia la izquierda (III) que nos lleva hasta el filo de la arista, donde nos encontramos con el paso más comprometido de la escalada (IV) y que superamos tirando mucho de brazos.

El tercer y último largo, se encajona en una chimenea (III) que desemboca en la diminuta cima de la Aiguille de la Tsa (3.668 m.). Impresionante y muy gratificante. No hay palabras para poder describir la sensación de escalar en este entorno privilegiado y a esta altura. A nuestro alrededor se abre un vacío espectacular. La visión de 360º de la que disponemos nos deja, sencillamente, sin palabras.

Es el momento de disfrutar. El día es espectacular, la ascensión muy elegante, el entorno inmejorable y la compañía inigualable. Todo perfecto. Nos cuesta sacar la foto de cima por la falta de espacio; bastante trabajo tenemos intentando mantenernos los tres en este reducido espacio.

Decidimos rapelar para descender. No es fácil salir al impresionante vacio colgado de una cuerda, pero ni lo pensamos y ahí vamos. Tres rapeles de 30 m. son suficientes para situarnos cerca de la base y lugar donde hemos dejado las mochilas y los crampones. La satisfacción y la euforia inundan el ambiente; no obstante, debemos volver a concentrarnos dado que esto no ha terminado. Nos volvemos a colocar los crampones y nos encordamos antes de salir al glaciar. El sol ha ablandado la nieve y tenemos que extremar las medidas, las grietas son muy visibles y además están bastante abiertas. Nos dirigimos al refugio Bertol.

Desconocemos el camino, pero teniendo a Beñat, nunca resulta un problema. La interpretación que hace del mapa, nos obliga a ascender un pequeño collado, desde el cual podemos ver el refugio. Tenemos que descender por terreno mixto y bastante descompuesto, por lo que decidimos quitarnos los crampones. El refugio Bertol se encuentra en lo alto de un muro y para poder llegar a él, hay colocadas unas escaleras verticales de hierro. Calculamos que la distancia de la base del glaciar al refugio puede ser de 40/50 m. Nos ha costado pero hemos llegado al refugio Bertol (3.311 m.). Es muy bonito; esta forrado de madera que lo hacen muy acogedor. Nos tomamos un respiro y aprovechamos para comer e hidratarnos.

Comenzamos el descenso del refugio y tenemos que volver a bajar por otras escaleras metálicas, tan verticales como las anteriores. La verdad, es muy curiosa la ubicación de este refugio. Vamos descendiendo por el glaciar, pero la nieve esta tan blanda que patinamos, de tal manera, que parece estamos esquiando.

Una vez salimos de la nieve, continuamos por la pista que tras vencer un gran desnivel, nos sitúa en el fondo del valle y muy cerca de donde hemos dejado el coche esta mañana. Después de 10:30 h. hemos conseguido cerrar una travesía circular a la que no le ha faltado absolutamente de nada.

Esta ha sido nuestra última ascensión de este verano en los Alpes. Los objetivos que nos habíamos marcado, los hemos superado con creces. Nos hubiera gustado hacer más ascensiones, Obelgaberhorn, Dent Blanche o Weisshorn por ejemplo, pero el poco tiempo del que hemos dispuesto no nos ha dado para mucho más. Estamos muy satisfechos con lo realizado.